En este artículo reflexionamos sobre la evolución de la idea de un derecho a la educación desde las ideas de María Montessori hasta nuestros días.
Las escuelas Montessori en el mundo
María Montessori fue una de las más férreas defensoras de la democratización de la educación. Además con todas las garantías, ya que pretendía expandir su método por todo el mundo, instando a los países por los que viajaba a que implementaran su pedagogía en el ámbito público.
Sin embargo, fue una hazaña incompleta como sabemos. El método está actualmente extendido por todo el mundo, pero en su gran mayoría mediante escuelas privadas y elitistas. Hoy en día tristemente, sólo una parte ínfima de la población infantil mundial puede disfrutar de las bondades de la pedagogía Montessori. Este no hubiera sido el sueño de la maestra italiana, pero como siempre la realidad impone sus normas. No es este el lugar para enumerar las razones, ya sean objetivas o interesadas.
La conquista popular del derecho a la educación
Lo que sí queremos enfatizar es la lucha del pueblo por ser libre. La búsqueda de vías para acceder a la educación y al conocimiento y los escasos resultados de esa conquista.
Esto, creemos, es debido a un derecho cuyo reclamo debería seguir vigente. Se parece más a una “derecho a la escolarización” que realmente a un derecho a ser educado en los principios democráticos, si queremos usar una convención.
La libertad era para María Montessori el verdadero problema de las escuelas. Era el problema social al que ella se refería, de una manera u otra, en todo momento.
Llegó a fundar el Partido del niño en Holanda. Incluso fue nominada tres veces al premio Nobel de la paz, por su contribución al entendimiento entre las distintas culturas. En relación al derecho a la educación, para ella
“la verdadera libertad tiene como objetivo el servicio a la sociedad y a la humanidad, consistente en el progreso y la felicidad del individuo”
Lo que deberías saber acerca de tu hijo, María Montessori
Su concepto de libertad muchas veces es mal entendido, ya que ella consideraba que
“la libertad del niño está en la dicha de buscar, de conocimiento, de acción, y de servicio. Así como el músculo se vuelve fuerte con ejercicio, así la alegría y la fuerza crece con actividad, esfuerzo y logro”.
La libre elección es una premisa en las escuelas que aplican su método, pero no la inactividad o el juego constante.
El principio de autoridad era el foco y el cambio radical dejando a la niña o niño ser su propia maestra o maestro. Esto fue lo que derivó en el fin de “el martirio del niño” por la evolución -mal entendida- de la civilización.