El verano es un tiempo de plenitud en el que la naturaleza despliega su abundancia, y los frutos de nuestro esfuerzo comienzan a madurar. La tierra nos invita a disfrutar del ciclo de la vida en su máximo esplendor, sintiendo la energía del sol en su apogeo y dejando que su luz y calor nos envuelvan.
Es una época para aprovechar los días largos, celebrar la vida al aire libre y compartir momentos de alegría en familia. Cada jornada se convierte en una oportunidad única para vivir el presente con intensidad y gratitud.
En este espíritu cálido y radiante, podemos realizar actividades que nos conecten profundamente con los elementos, la naturaleza y los ritmos que nos rodean:
ACTIVIDAD 1: Teatro de sombras bajo las estrellas
El verano nos invita a salir al exterior, a aprovechar los largos días de sol y las noches frescas para disfrutar de momentos especiales.
Crear un teatro de sombras en el jardín o durante una acampada, es una forma mágica de conectar con la naturaleza y la tradición de narrar historias bajo las estrellas.
Con una sábana como pantalla, una luz detrás, y figuras recortadas en papel o elementos naturales, podemos contar relatos que celebren el ciclo de la vida, el poder del sol y el misterio de la noche. Permite que este arte de jugar con la luz y la oscuridad se entremezcle con el entorno: el murmullo de las hojas, el canto de los grillos y la brisa nocturna se conviertan en perfectos acompañantes para esta experiencia.
Esta actividad, que combina creatividad, simbolismo y colaboración, nos invita a reflexionar sobre la dualidad entre la luz y la sombra mientras disfrutamos del verano en familia o con amigos.
Al finalizar, puedes apagar las luces y simplemente mirar las estrellas, permitiendo que la naturaleza tome su turno para contarnos sus propias historias
ACTIVIDAD 2:
Crema Sanjuanera – Un regalo del monte
La crema sanjuanera, con su mezcla de hierbas cargadas de propiedades curativas, es un tributo a la abundancia medicinal que la naturaleza nos ofrece en esta estación. Recoger las plantas en familia se convierte en un ritual en sí mismo, una oportunidad para aprender a reconocer las plantas, conectarnos con el entorno y honrar los regalos de la tierra.
Si tienes la suerte de vivir cerca del monte, puedes buscar allí las plantas que necesitas para esta receta. Es importante recolectar con respeto, dejando siempre suficientes plantas para que la naturaleza siga prosperando. Si no tienes acceso a la recolección silvestre, bastará con unas cuantas hierbas que puedas encontrar en mercados locales o, incluso, cultivar en casa.
Una opción excelente para simplificar la receta es la caléndula, una planta con propiedades curativas y regeneradoras que puede ser la protagonista de esta crema. Su nombre, caléndula, proviene de la palabra latina “calendae”, que hacía referencia al primer día del mes en el calendario romano, porque florece constantemente a lo largo del año, especialmente en climas templados. Esta planta nos recuerda que, así como la caléndula florece sin descanso, cada día es una nueva oportunidad para cuidar de nosotros mismos y conectar con el presente.
Ingredientes principales:
– Hierbas medicinales: Tomillo (flores y hojas), Saúco (ramas de más de dos años, piel interna), Caléndula (flores), Manzanilla (flores), Hipérico (flores), Lavanda (flores), Celidonia mayor (parte aérea), Cola de caballo (hojas), Crasuláceas (parte aérea), Ortiga (brotes y hojas), Verbena (parte aérea) Llantén (hojas), Salvia (flores y hojas) y Romero (hojas y flores).
(Puedes usar otras hierbas dependiendo de tu entorno y necesidades)
– Aceite base: aceite de oliva virgen extra o de almendras, coco, girasol…
– Cera de abejas, que dará consistencia a la pomada y tiene propiedades hidratantes y protectoras.
Materiales necesarios:
Recipientes de vidrio, olla pequeña de acero inoxidable, colador o tela de muselina para filtrar el aceite, espátula de silicona o cuchara de madera, báscula o cucharas medidoras, y termómetro de cocina (opcional, pero útil).
Preparación paso a paso:
Si prefieres el método tradicional sin calor, puedes optar por la maceración en frío (Método 2), dejando las hierbas en aceite durante 4 a 6 semanas en un lugar cálido y con luz indirecta. Después, filtras el aceite y sigues los pasos descritos en el Método 1 para preparar la crema.
Esta crema es conocida como la “reina de los preparados naturales” por sus múltiples aplicaciones y propiedades curativas. Es antivírica, antibiótica, antiinflamatoria, cicatrizante y antifúngica, ideal para tratar heridas infectadas, regenerar tejido, eliminar hongos, aliviar sabañones, herpes labial, irritaciones, varices, pies cansados, durezas, acné juvenil y quistes sebáceos. Es apta para toda la familia: en niñ@s, calma irritaciones de la piel y rozaduras, y en adultos alivia desde molestias circulatorias hasta lesiones cutáneas más complejas. Este bálsamo natural es un regalo de la naturaleza que cuida la piel y fortalece nuestra conexión con ella.
Actividad 3:
Reloj Solar – Siguiendo la danza del sol
El verano es la estación del sol, y el solsticio es el momento perfecto para observarlo, aprender sobre su movimiento y conectar con él. Crear un reloj solar casero es una actividad sencilla pero fascinante. Con materiales básicos como un palo, piedras o cartulina, podemos ver cómo la sombra del objeto cambia durante el día, observando el paso del tiempo a través de la danza del sol.
Materiales necesarios:
– Una base: puede ser de cartón, madera, o incluso un plato grande.
– Un palo recto (gnomon): puede ser un lápiz, una vara de madera o metal.
– Brújula, marcadores o pinturas para decorar, reloj o teléfono móvil para comparar la hora y calibrar, y una regla.
– Opcional: pegamento o plastilina para fijar el palo.
Pasos a seguir:
El gnomon es la pieza clave de un reloj solar. Es simplemente una vara o cualquier objeto recto que se coloca de forma vertical o inclinada en el centro de la base del reloj. Su función es proyectar una sombra sobre la superficie del reloj, que se utiliza para marcar la hora.
En los relojes solares más sencillos, el gnomon se coloca de forma completamente vertical (90° respecto a la base). Sin embargo, para mayor precisión, especialmente si se usará durante todo el año, debe inclinarse en función de la latitud. Por ejemplo:
– Si estás a una latitud de 40°, el gnomon debe formar un ángulo de 40° con la superficie de la base.
Si no quieres complicarte con ángulos y ajustes precisos, puedes usar una vara recta colocada verticalmente. Será suficiente para construir un reloj solar simple y funcional.
Este proyecto no solo despierta la curiosidad, sino que también nos enseña sobre los ritmos de la naturaleza, el paso del tiempo y cómo la luz del sol cambia con las estaciones.
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