06 May Inteligencia ejecutiva
En este artículo analizaremos la relevancia del concepto de inteligencia ejecutiva dentro del método Montessori.
El renacer de las ventanas plásticas
Las ventanas plásticas son los periodos sensibles en la pedagogía Montessori. Su importancia está fuera de toda duda.
Desde la neuroeducación nos recuerdan aprovechar todos los conocimientos que actualmente tenemos sobre el cerebro para actuar en consonancia y lograr así un mayor aprendizaje.
Aparece de nuevo el anhelo del ser humano de llegar a ser más de lo que se fue y lo que se es.
Lo perfectivo a veces suena a utopía, ya que todos los avances de los que disfrutamos suponen nuevas necesidades y quebraderos de cabeza por los efectos secundarios que conllevan.
Sin embargo, este no es el caso. La educación es indisoluble de la cultura humana e incluso antes que existieran los electrodos, ya se vislumbraba el concepto de Inteligencia ejecutiva.
La inteligencia ejecutiva en el método Montessori
Para María Montessori este concepto englobaba varios temas. Resumía el desarrollo del carácter, la personalidad y la voluntad que hacía aparición hacia el final de la etapa Infantil.
La niña o niño que ha conseguido dominar sus instintos y obedecerse a sí mismo es quién llegará a mayores cotas de independencia y talento.
Según Francisco Mora, la edad de este periodo sensible de la inteligencia ejecutiva va desde los 4 a los 7 años.
Se trata de una etapa especialmente sensible para adquirir destrezas como la inhibición de respuesta, dirigir la atención, iniciar y mantener una acción, flexibilizar para aprender de los errores y emprender nuevos caminos, control emocional, control de la memoria de trabajo y la metacognición, etc.
Como vemos estas habilidades tienen gran importancia para nuestra vida y nunca hubiéramos dicho que comenzaban tan pronto.
Desarrollo y guía de la inteligencia ejecutiva
En las escuelas que implementan el método Montessori comienza incluso antes de los 4 años.
Las actividades son presentadas según una secuencia, a través de un material específicamente preparado para ese fin que se coloca en ese orden sobre un protector o tapete.
Esto quiere decir que la planificación y organización de la actividad surge desde un principio para guiar a nuestra mente en su trabajo.
Una vez que se conoce el método se pone de relieve su sencillez y lógica aplastante. Es como si fuera una forma de sentido común.
Sin embargo pocas veces se ofrece esta ayuda a los niños y niñas en sus actividades. Qué difícil llegar a una meta sin un camino marcado.
La presentación no acaba con la actividad, sino que el guía o la guía ayuda a recoger, reponer y guardar el material en su lugar. Este acto aparentemente tan sencillo pone en marcha todo un sistema de recompensa, evaluación y metacognición, que poco a poco la niña o niño irá interiorizando.
Recordemos la insistencia de Jose Antonio Marina en su biblioteca UP para ayudar a padres, madres y maestros y maestras en su transformación de la sociedad por medio de la educación:
“El fin de la educación es aumentar la probabilidad de que suceda lo que queramos”.
Tengamos también la responsabilidad y capacidad de afrontar las consecuencias, añadiríamos.
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